Monday, February 11, 2008

Crecer llorando, ser de nadie.

… hojas que caen sin profundidad ni límites. Un verso, un punto, letras y más letras que se vierten en manos que danzan y tocan las hojas que se desplazan una tras la otra. Jugueteando con las cosas que rodean pensamientos en desorden que enloquecen y ensordecen con el correr de voces desconocidas que dictan, cantan, versan y abrazan el yo del ser que escucha sin oír nada. Controla y organiza la trova improvisada de lo divino y las emociones de “hojas y ramas podridas” que toman vida del tiempo que no tiene límites y que se torna uno en uno; del hablar y el callar, del ir y venir… desaparecer. Grito, emociones que emanan del interior. Luz, oscuridad, luz, misterio en el que se encierra el tacto, el gusto, el olfato, la visión y la audición. Simplicidades y mucho menos fronteras existen en donde todo está o quizás no habita nadie solo la soledad. Preguntas que no tienen un sentido dentro de la realidad y que se abastecen dando significado a lo no pensado pero sí deseado. Oraciones sencillas, breves que duran una eternidad. Quietas, sentadas pero no calladas. Infieles al sentido común. Fluidez… correr. Una formula mágica se necesita para encontrar lo que se quiere. Formas y más formas. La inocencia y la ignorancia del que transporta; de aquel que no se puede conectar y que desconoce que es usado para dar forma a los colores, pone dirección e ilusiones en todo lo que abarca. Crecer llorando, ser de nadie.

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